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Tradición: El pan dulce
El pan dulce es, para muchos latinos, uno de los símbolos representativos de la Navidad. Sin embargo, su origen no se dio en Latinoamérica.

Si bien la historia del pan es tan vieja casi como la humanidad, su producción industrial se ubica hacia los tiempos clásicos.

Los griegos fueron los tradicionales panaderos y eran ellos los propietarios de la mayor parte de las más de 300 fábricas de ese producto registradas en Roma durante el censo encargado por Cayo Octaviano Augusto, sucesor de Julio César, casi en el comienzo de nuestra era.

Sin embargo, el panettone nació en Milán, Italia, bajo los bríos entusiastas del gran duque Ludovico Sforza, 'El moro', en la segunda mitad del Siglo XV.

De acuerdo con lo que cuenta la historia, el duque comió ese pan junto con Leonardo da Vinci, en una boda en la que el padre de la novia, Toni, era dueño de una panadería.

De ahí en más, el 'pan de Toni' (la contracción luego lo llamaría panettone) se expandió por toda la península itálica y el resto de Europa.

Los movimientos de emigración italiana llevaron esta deliciosa costumbre al resto del mundo, sobre todo a los Estados Unidos, Canadá, Brasil, Argentina y Uruguay, principales destinos de la misma.

De allí, cada país le dio su propio giro y toque cultural con el agregado extra de frutas secas, almendras, nueces y hasta chocolate. Empero, el pan dulce italiano tradicional hace honor a sus orígenes, masa muy liviana y esponjosa con el agregado único de pasas.

Para lograr un pan dulce profesional, tenga en cuenta lo siguiente: la levadura debe ser bien fresca, de color liso y aroma agradable; la mantequilla, luego de derretirla, debe dejarse enfriar; la harina se añade en forme de lluvia; el levado debe hacerse en lugar templado; el horno debe estar precalentado, pero no demasiado caliente; debe consumirse dentro de 2 ó 3 días después de cocinado y conservarlo envuelto en papel aluminio.

Celebre sus fiestas con el placer de hornear su propio pan dulce y déjese elogiar por sus familiares.

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