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Indigestión navideña

Los excesos de Navidad
Los menús navideños son, cuanto menos, abundantes. Y es que lo habitual es comenzar la comida con entrantes o aperitivos para abrir boca, mientras que seguidamente no se puede negar al cuerpo el lujo del segundo plato, normalmente compuesto por carne y que, además, se suele acompañar de patatas, verduras, ensalada y un suculento vino. Pero aquí no termina el banquete, sino que hay que añadirle los postres de estas Fiestas, que se caracterizan por su esquisitez. Así, a los turrones, mazapanes y todo tipo de dulces, se suman los licores y las bebidas alcohólicas.

El principal problema que presentan estos alimentos es que contienen un alto grado de proteínas, grasas y toxinas que el cuerpo se ve incapaz de asimilar. Esto da lugar a los síntomas más frecuentes de una indigestión que son las naúseas, el dolor de estómago, la hinchazón abdominal, punzadas dolorosas, así como abundantes gases y flatulencia. De este modo, numerosas personas ven todos los años cómo lo que iba a ser un ambiente festivo y alegre, pasa a convertirse en un periodo de malestar desagradable.

Cómo prevenirlo
Aunque la indigestión sea una de las principales dolencias navideñas, lo cierto es que es prácticamente imposible contenerse ante las exquisitas comidas de estas fechas. Evidentemente, a nadie se le va a negar este placer: la mejor forma de prevenir este trastorno consiste en la ingestión controlada de alimentos de este tipo. Esto quiere decir que el secreto se encuentra en no abusar y en ser conscientes de que hay alimentos más dañinos que otros y de parar de comer antes de que el organismo muestre señales de que está saturado. Los expertos recomiendan que, con el fin de hacer esta tarea más fácil, se intente comer de todo, pero en pequeñas cantidades.

No obstante, existen recomendaciones que ayudan a prevenir esta dolencia. Así, conviene no irse a la cama al poco tiempo de haber ingerido estos alimentos, ya que la digestión por la noche es más lenta y puede producir acidez. Por este motivo hay que dejar transcurrir un periodo de entre dos o tres horas entre la cena y el momento de acostarse. Igualmente, conviene sustituir el habitual café posterior a la comida por algún tipo de infusión, como la manzanilla, el anís o la menta, que reducen la flatulencia. Finalmente, hay que apuntar la necesidad de hacer un almuerzo ligero si se sabe que por la noche se va a cometer algún exceso. Además, es conveniente conocer el efecto perjudicial del licor en el proceso de digestión, por lo que no se debe abusar de él, si no se desea aumentar el riesgo de padecer algún trastorno estomacal.


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