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Los riesgos de comer en forma excesiva

La vida moderna marca hábitos alimentarios poco saludables, sumados a la inactividad física y un balance de energía alto

Existen varios factores culturales y ambientales clave que, en las últimas décadas, se dieron cita en el aumento del hábito de comer en forma excesiva (tanto en forma activa como pasiva o inadvertida).
Entre esos factores de riesgo figuran, principalmente, la disponibilidad aumentada y la promoción de comidas baratas y energéticamente densas (en su gran mayoría, elevadas en grasas) y la transición hacia un estilo de vida extremadamente sedentario. Comer en exceso ciertos componentes específicos puede también conducir a riesgos en su salud. Entre los ejemplos, figuran los ácidos grasos trans y las grasas saturadas.
Recientemente, la atención ha girado hacia alimentos de alto índice glucémico y al ácido graso omega6. Las hipótesis más recientes detallan que su consumo excesivo puede ser factor de riesgo de obesidad y de mala salud, aunque aún necesitan investigar un poco más allá.
El consumo excesivo (de corta duración) es un hábito humano muy común asociado con fiestas y celebraciones. En las sociedades tradicionales no es perjudicial y puede incluso ser bueno al reponer grasa corporal en condiciones ambientales en las que la estacionalidad impone un modo de supervivencia marcado por la celebración y el ayuno (escasez).
Cuando la sobrealimentación es sostenida por largos períodos, se convierte en un riesgo para la salud. La ecuación del balance energético dicta que comer en exceso a largo plazo siempre conducirá al almacenamiento de grasa corporal y a la obesidad. En el entorno moderno es esencial entender que comer en exceso es un fenómeno relativo, donde un nivel de ingesta energética apropiado es comparado contra el nivel de gasto energético de la persona. Así, una ingesta energética de 3.000 cal./diarias puede ser inadecuada para un soldado o un atleta en entrenamiento, pero representa una alimentación excesiva para una mujer de contextura pequeña y sedentaria.
Esto debe ser tenido en cuenta cuando se interpreta la actual epidemia de obesidad, porque hay evidencias de que los niveles bajos de gasto energético asociados con la vida moderna son al menos tan importantes como la glotonería.

El consumo excesivo activo puede ser inducido por una variedad de condiciones: un impulso de consumir por encima del apetito natural (impulsado por disparadores internos o externos), un defecto constitutivo en la regulación del apetito (como ocurre en algunas de las formas raras de obesidad humana), una respuesta psicológica inapropiada al estrés, o una interrupción física o farmacológica del centro hipotalamico de saciedad. Puede ocurrir por razones culturales en poblaciones en que la gordura es apreciada (las mujeres gordas son más atractivas para algunas sociedades, como Gambia e Islas Polinesias).


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